miércoles, 4 de junio de 2014

¿Está loco el FMI?

Hace unos días el FMI planteó (por enésima vez) a España entre otras cosas la necesitad de reducir cotizaciones sociales y subir el IVA. Desde Bruselas dicen lo mismo. Las recomendaciones no gustan ni a derecha ni a izquierda, y el Gobierno ha dicho que no va a hacer caso de las mismas. Tenemos la suerte de poder decir que no a las "sugerencias" del FMI de modo que no parece que vayan a aplicarse esas recetas, por lo menos a corto plazo y con elecciones a la vista. 
Pero ¿tan locas son esas propuestas del FMI?. Voy a tratar de explicar aquí un esbozo del argumento no porque yo esté necesariamente de acuerdo sino porque conviene estar al tanto de lo que se dice y no hacer hombres de paja. La mezquindad sobre lo que cobra o deja de cobrar Christine Lagarde no deja de ser otro ejemplo más del panolismo acomplejado y escaso de materia gris que últimamente todo lo impregna.

Pero antes repasemos algunas cuestiones para poder después enlazarlas en la propuesta del FMI:
  1. Cuando se grava un bien con un impuesto la carga del mismo se reparte y la cantidad comerciada se reduce. Hablé de esto aquí al hablar de la incidencia del IVA. Quienes viven de los cines, teatro o conciertos y reclaman una bajada del tipo del IVA del 21% para los espectáculos culturales viven en sus propias carnes el impacto devastador de un IVA elevado en un sector de demanda muy elástica: si repercuten el IVA al consumidor se quedan sin público y si no lo repercuten no les salen las cuentas. 
  2. En España tenemos un "impuesto al trabajo" llamado cotizaciones sociales. Al margen de quién tiene la obligación de ingresar el dinero en la Seguridad Social funciona exactamente igual que un IVA: quien contrata tiene un coste (aprox. un 35%) superior al salario bruto del trabajador. De la misma manera que el IVA del teatro reduce de alguna manera el público asistente las cotizaciones tienen un efecto disuasorio en la contratación. ¿Pero sabemos cuánto? (El siguiente diagrama viene bien explicado aquí).
  3. No podemos reducir el montante de las cotizaciones sociales ya que es de ahí de donde pagamos a nuestro pensionistas y parados. Pocas bromas con esto. 
  4. Aproximadamente un 50% de la renta nacional se corresponde a rentas salariales. También hablé de esto en una entrada anterior. Esto significa que aproximadamente la mitad del coste de todo lo que producimos y consumimos es coste laboral. Por supuesto no es lo mismo un masaje del fisioterapeuta donde casi todo el coste es laboral que comprar unos pendientes de oro y brillantes, pero en términos agregados el cálculo es lo suficientemente afinado. 

Vamos ahora a explicar lo que dice el FMI. En primer lugar, si hay algo llamativo sobre la economía española es su elevada y pertinaz tasa de paro. Una legislación laboral cuando menos... peculiar, no favorece demasiado pero en cualquier caso son las leyes que nos hemos dado. Es lógico que desde organismos internacionales se solicite una normativa más ortodoxa o más acorde con la de los países de nuestro entorno. El impacto de las leyes españolas probablemente tiene el efecto de reducir la elasticidad del empleo a los salarios pero demostrar este extremo no es necesario para el argumento que sigue a continuación. De todos modos una mayor elasticidad del empleo a los salarios haría todavía más poderoso el argumento del FMI.

El FMI propone reducir los impuestos al trabajo esto es, las cotizaciones sociales para que se contrate más. Si el mercado de trabajo español fuese lo suficientemente elástico una reducción de las cotizaciones podría incrementar el número de empleados de tal manera que compensase la caída (una especie de curva de Laffer laboral). Pero nadie se cree esta historia. El FMI tampoco. De hecho sí que sería de esperar un incremento del empleo pero más bien modesto, por lo menos a corto plazo. Habría más gente trabajando pero no es fácil que cotizando todos menos el volumen recaudado fuese suficiente. 

¿Cómo cuadramos entonces el presupuesto?. El FMI propone subir el IVA. "¡Pero eso reducirá el consumo!" podemos pensar con razón. Lo que ocurre es que aquí hay unos pequeños detalles que no hemos tenido en cuenta:

El primero es que al reducir las cotizaciones sociales hemos reducido el coste de producción de todos los bienes en la medida que incorporan trabajo nacional.  Como hemos dicho antes la mitad de los costes de producción son costes laborales. Una reducción de los mismos permitiría al productor acomodar una subida del IVA y ofrecer el mismo (o parecido) precio al consumidor. En principio el consumo no tendría por qué resentirse. De hecho un mayor nivel de empleo se podría traducir en un mayor consumo a pesar de la subida del IVA. 

Por otro lado los bienes producidos en el país tendrían un coste menor pudiendo competir mejor con los bienes importados en el mercado nacional y en el exterior (las exportaciones no llevan IVA). Es por este motivo por el que a este mecanismo se le denomina devaluación interna, porque tiene los efectos de una devaluación de la moneda cuando el tipo de cambio no lo podemos alterar: aumenta el consumo de bienes nacionales en el interior y en el exterior y reduce las importaciones que comparativamente se hacen más caras. 

¿Es razonable la propuesta?. En realidad no es una propuesta excesivamente arriesgada si se hacen bien los números. Habrá quien piense que toda la reducción de la cotización acabará en forma de beneficios empresariales y que el efecto no acabe trasladándose a los precios. Probablemente ocurra un poco de todo: habrá empresas y sectores con un mayor poder de mercado que puedan sacar más provecho y habrá otros más competitivos donde la única vía de incrementar sus resultados será a través de incrementos de producción. Pero creo que la idea no es mala sobre el papel. Lo difícil puede ser llevarla a término.