viernes, 1 de noviembre de 2013

¿Por qué me hice economista?

Permítanme mis lectores una entrada con una carácter más autobiográfico que otra cosa. En realidad no sé si es del todo cierto ya que la memoria distorsiona los ecos de los recuerdos reforzando unos aspectos y suavizando otros. De hecho no sé si las cosas fueron exactamente así, pero así prefiero recordarlas ahora...

Tenía 16 años y mi profesora de física del instituto, en 3º de B.U.P. me prestó En busca del gato de Schrödinger de John Gribbin. Fue entonces cuando leí por primera vez algo sobre el experimento de la doble ranura (*): quedé impactado. En ese experimento los fotones parecía que sabían si se les estaba observando o no y actuaban en consecuencia como onda o como partícula. En ese momento decidí que yo iba a ser físico.

Lo cierto es que lo tenía claro: las matemáticas se me daban muy bien, la física me apasionaba, la química me parecía un coñazo (pero se me daba bien)... y para completar el ciclo todo lo que tenía que ver con "sociales" me parecía una pérdida de tiempo. Mis calificaciones no eran especialmente buenas en cualquier cosa que tuviese que ver con sociales.

Me marché a estudiar C.O.U. a Estados Unidos. Escogí asignaturas de Física, Química, Inglés, Historia de EEUU, halterofilia, y por exigencias del guión para poderme graduar tuve que apuntarme a un semestre de "gobierno americano" y el siguiente a.... Economía. Y poco a poco comenzó a obrarse un pequeño cambio... Lo cierto es que hasta ese momento preguntas como ¿por qué es el cielo azul? o ¿qué hay dentro de un agujero negro? eran las que mayor curiosidad despertaban en mí. Pero poco a poco fueron apareciendo otras: ¿por qué unos países son ricos y otros son pobres?, ¿por qué algunos progresan y otros quedan estancados?, ¿podemos hacer algo para evitar la miseria?... La Economía pretendía responder a ese tipo de preguntas. Y eran preguntas interesantes. 

Lo cierto es que tras hablar con una consejera de Berkeley y diseñar mi ingreso en dicha Universidad para estudiar Física decidí cambiar de opinión. No me apetecía formar parte del 70% de físicos graduados en Berkeley que en aquellos años terminaban trabajando para el ejército norteamericano. Decidí volver a España y probar a estudiar Economía sin saber del todo dónde me metía.

Resultó apasionante, y eso que en aquellos años la licenciatura de Economía no existía por separado y teníamos muchas asignaturas comunes con Empresariales. Una vez terminada la carrera continué saciando mi interés en el programa de doctorado (si bien pese a obtener la suficiencia investigadora jamás leí mi tesis por circunstancias personales que no vienen al caso. ) Y he seguido estudiando después.

Para ser un buen economista hacen falta dos cosas: olfato y rigor. El olfato de economista se entrena y se desarrolla con el tiempo. El rigor necesita de herramientas y formación y son esas las que uno debe aprender en la academia.

Y esa es mi historia. O lo que recuerdo de ella. Si estás pensando en qué carrera estudiar o elegir en el futuro no te dejes engañar: ser economista tiene tanto que ver con las páginas de economía del periódico como ser futbolista con las páginas de deportes...


(*)No... no se trata de nada relacionado con esto