miércoles, 28 de marzo de 2012

Sobre la Economía conductista, el magnetismo y lápices voladores

"Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo."  Abraham Lincoln

Estoy a punto de terminar el libro "Thinking fast and slow" de Daniel Kahneman. Es la enésima lectura reciente sobre temas cercanos a lo que se ha dado en llamar behavioral economics o ¿Economía conductista?.

El libro es interesante y recomendable. Espero dentro de poco poder hacer alguna reseña de algunas de las cosas más curiosas que he encontrado en el mismo. Sin embargo, cuanto más leo y más profundizo (en la medida de mis posibilidades, dicho sea ésto con toda humildad) más escéptico soy respecto a la potencialidad de la Economía conductista para explicar nada.

Por un lado, parece evidente que el ser humano tiene sesgos cognitivos que hacen que determinadas decisiones sean aparentemente no-racionales. Sobre todo, esto es evidente cuando aparece el concepto de probabilidad: nuestro cerebro es muy malo evaluando probabilidades. Y ya cuando se coge a una cuadrilla de estudiantes, se les mete en un laboratorio y se les pregunta si prefieren

    A- Una probabilidad de 11/36 de ganar 160 euros y 25/36 de perder 15, o
    B- Una probabilidad de 35/36 de ganar 40 euros y una probabilidad de 1/36 de perder 10.


pueden contestar cualquier cosa. Probablemente esto sirva para aprender cosas sobre el comportamiento individual del ser humano, pero seguramente poco tiene que ver con el comportamiento de ese mismo ser humano frente a una mesa de ruleta en Las Vegas o sobre el efecto en el precio de los huevos de la aplicación de una normativa sobre bienestar animal.

Hay también otro tipo de fenómenos (heurística afectiva, efecto anclaje, y muchos otros) que "sesgan" las decisiones de las personas desviándolas de los que sería una racionalidad perfecta. La cuestión es si ese sesgo individual afecta a la evolución colectiva de grandes grupos de personas que la economía tradicional estudia. Si el sesgo siempre es del mismo signo, tal vez sí. Por ejemplo, la ilusión monetaria que defienden algunos autores que se esconde tras la curva de Phillips. En mi opinión eso es tanto como decir que sí se puede engañar a todos todo el tiempo contradiciendo a Lincoln. Si por el contrario, el sesgo es individual y depende de las condiciones personales de cada uno, esto cae en el ámbito de la psicología y en Economía sencillamente se traducirá en una mayor fuente de ruido aleatorio en los modelos.

De la misma manera que no creo que los avances en el conocimiento de cómo se comporta una partícula subatómica individual aporten nada a la dinámica de Newton, creo que los principales resultados de la Economía son robustos frente a la hipótesis de racionalidad de partida. Una cosa es que modelemos el comportamiento de un agente individual para extraer las variables relevantes (una ficción, como la masa puntual de los problemas de dinámica) y otra cosa es que digamos que todo el mundo se comporta de forma individual según el modelo.

Siguiendo con el ejemplo de la dinámica de Newton, podríamos concluir que en algunos casos falla estrepitosamente. En concreto cuando los electrones están orientados en la misma dirección podría ocurrir que un objeto, lejos de verse atraído hacia el suelo por la gravedad subiera hacia arriba para adherirse a un tejado de chapa... En este caso, el sesgo individual, sería aplicable a todo un colectivo, aparecerían nuevas fuerzas (magnetismo) y las predicciones en uno u otro caso serían completamente distintas.

De momento, en Economía, aunque no podemos negar que existan algunos fenómenos en los que el economagnetismo pueda tener su importancia, la mayor parte de los sucesos son como las manzanas cayendo del árbol: a veces por su peso estando maduras caen verticalmente y otras veces sometidas a fuertes vientos que hacen que caigan varios metros más allá incluso estando verdes. Un mejor conocimiento del magnetismo no nos va a ayudar a predecir mejor cuantas manzanas caerán del árbol al paso de un tornado. Mi escepticismo sobre la economía conductista es de la misma naturaleza. Puede ayudar a explicar alguna cosa, pero creo que su ámbito de aplicación es muy limitado.

De momento, aunque es divertido, creo que la Economía conductista está al nivel del siguiente video:

lunes, 26 de marzo de 2012

Algunos datos sobre productividad

En la Unión Europea, en 2011 había 189 millones de personas ocupadas. En 2007, antes de que la crisis comenzara a hacer estragos en el empleo trabajaban casi 190 millones de personas. (¡Ojo: hablo de personas empleadas y de aquí no pueden deducirse los datos de desempleo sin conocer cómo ha evolucionado la población activa!). Esto es, había un millón de personas menos trabajando.


En 2011, el Producto Interior Bruto de esa Unión Europea fue de 11.732 miles de millones de euros (a precios constantes de 2005), casi 60.000 millones menos que en 2007 (11.794 millones de euros)  Si dividimos el PIB por el número de empleados tenemos una aproximación de la productividad aparente de cada trabajador: unos 62.047 euros por empleado.  En 2007 ese cociente era de 62.080 euros: prácticamente lo mismo. Curiosamente, si calculamos el cociente de las diferencias, (1.000.000 de trabajadores menos, dejan de producir 60.000 millones de euros) nos sale que la caída del producto en los 4 años de crisis es proporcionalmente igual a la caída del empleo.


Para que todo el mundo me entienda: si en 2007 con 100 Kg. de harina hacíamos 100 Kg. de pan, en 2011 con 90 Kg. de harina hacíamos 90 Kg. de pan. Regla de tres perfecta.


Pero esto, que puede parecer lógico presentado así, es raro. Es muy raro. Ni los trabajadores, ni las empresas son todos iguales. Lo normal es que en un momento de crisis los trabajadores que son despedidos en primer lugar sean los menos productivos (los que no aportan 60.000 euros de valor con su trabajo). Lo normal es que las empresas menos rentables, (las que no consiguen generar suficiente valor añadido) sean las primeras en cerrar. Lo normal sería que la productividad media aumentase: son las peores tierras las que primero dejan de roturarse, las máquinas menos eficientes las primeras que se paran y los trabajadores menos productivos los primeros en ser despedidos.


Por supuesto, hay multiples explicaciones para el fenómeno. Una bastante contrastada es que las empresas no despiden inmediatamente, especialmente a trabajadores formados, si creen que la crisis es coyuntural: prefieren mantener plantillas "hinchadas" para los actuales niveles de producción en lugar de tener que despedir para volver a contratar más adelante. En este caso, el número de empleados es superior al equivalente a la fuerza de trabajo necesaria  para el nivel de producción actual, de modo que hay trabajadores temporalmente ociosos que reducen la productividad aparente. Si esto es así, cuando se recupere la producción, ésta crecerá proporcionalmente más que el empleo. 


Por supuesto, todo esto es una hipersimplificación, pero puede resultar ilustrativa. Vamos a jugar un poco con los datos.


Pensemos primero en países cuyo PIB ha caído durante estos cuatro años. ¿Qué ha pasado con su población empleada?. Lo lógico es esperar una disminución de la misma, de la misma manera que si del horno de panadería sale menos pan es previsible pensar que también ha entrado menos harina.  Por otro lado está el impacto de cada uno de esos trabajadores en la caída del PIB: si las empresas están aguantando plantillas temporalmente ociosas, la productividad aparente será alta. Por el contrario, si las empresas se deshacen de los trabajadores improductivos, veremos descensos de la población empleada proporcionalmente superiores a los descensos de la producción. Estos son los datos que me salen tomando las diferencias entre 2007 y 2011 para los países que han decrecido en estos 5 años:



Pr.Cesante Pr.Media PrC/PrM
Luxembourg -4.770,99 € 101.049,81 € -0,047
Spain 13.120,63 € 57.310,27 € 0,229
Ireland 65.120,99 € 104.561,35 € 0,623
Euro area (17 countries) 47.975,22 € 67.740,05 € 0,708
Finland 66.920,27 € 77.121,54 € 0,868
Denmark kr 547.604,41 kr 584.127,51 0,937
European Union (27 countries) 69.004,96 € 61.404,07 € 1,124
Portugal 59.868,14 € 36.279,32 € 1,650
Iceland 16.224.985,54 ISK 7.251.388,73 ISK 2,238
Greece 177.260,55 € 63.919,86 € 2,773
Japan ¥35.203.677 ¥9.072.588 3,880
United Kingdom £258.743,04 £51.636,98 5,011
Italy 381.951,95 € 75.753,53 € 5,042


Si llamamos productividad cesante a la productividad atribuida al descenso de plantilla y productividad media al PIB / empleado, podemos comparar ambas haciendo el cociente entre ellas. Si el cociente es un valor alto, el país está aguantando plantillas: el producto ha caído proporcionalmente más que el empleo. Si el valor es bajo, ocurre lo contrario.


Si analizamos la tabla, veremos cómo exceptuando el caso de Luxemburgo (cuya productividad depende muchísimo de la buena fortuna financiera) España es el país que menos ha aguantado las plantillas. Algunas causas parecen evidentes: nadie espera que la construcción se recupere y su mano de obra es muy fácilmente sustituible en el caso de que sea necesario volver a levantar paredes de ladrillos.


Datos para reflexionar.


(Todos los datos los he sacado de Ameco).

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Quo vadis, Argentina?

La semana pasada The Economist anunciaba que iba a eliminar de su página de indicadores económicos el dato de inflación en Argentina. La razón es sencilla: el dato no es fiable.


The Economist publica en su edición en papel semanal, en la última página, una serie de indicadores económicos utilizando para ello las cifras oficiales de los distintos países. Afirman que no pueden saber si las cifras son o no son del todo fiables ya que existen a veces problemas técnicos  o de presión política que pueden hacer dudar sobre la cifra en cuestión. Por ejemplo, los números de China siempre son sospechosos o sabemos ahora que Grecia deshinchó su déficit durante años, con consecuencias desastrosas. Pero en general, en casi todo el mundo, el personal a cargo de las estadísticas oficiales llega a sus números de buena fe. Pero no es éste el caso de Argentina.


La llegada de Guillermo Moreno al INDEC ha supuesto un ejemplo de cómo hacer servir las instituciones al poder. En un país especialmente sensible a la hiperinflación había que controlar las cifras oficiales y decir "aquí no pasa nada". El personal técnico independiente fue sustituido por autoproclamados "cristinistas". Se han prohibido las publicaciones de índices de precios alternativos en un ejercicio de totalitarismo bananero que realmente entristece a quienes sentimos una corriente de simpatía hacia Argentina.


La historia, tal y como la cuenta The Economist, viene a ser la siguiente:


Durante años, primero Néstor y después Cristina Kirchner, han utilizado politicas económicas expansivas en una economía recalentada. El resultado (capítulo 1 de cualquier libro de política económica) ha sido un importante repunte de la inflación. Teniendo en cuenta el pánico que los argentinos tienen a la hiperinflación y la tendencia a refugiarse en el dólar ante el primer atisbo de la misma, era importante "tener el patio controlado". Para ello se ha recurrido al control de precios, que como cualquier persona con dos dedos de frente sabe, es como llevar agua en una cesta de mimbre. Había que "corregir" el dato de inflación que llegue al público (como si la gente fuese tonta y no se diera cuenta de que su sueldo cada vez llenaba menos el carro de la compra).


En 2007, Guillermo Moreno llega al INDEC y expulsa a la responsable de la confección del Índice de Precios al Consumo: Graciela Bevacqua. Ésta última comenta cómo Guillermo Moreno quería que se omitiesen los decimales: una inflación de un 1% mensual se convierte en un 12,7% anual, mientras que una de un 1,9% suma un 25,3%...


Desde el cese de la Sra. Bevacqua el INDEC ha utilizado todo tipo de "argumentos" para reportar bajas inflaciones. Por ejemplo, si un precio está intervenido por ley se utiliza el precio "legal" y no el que realmente tiene ese bien en la calle. El servicio doméstico ha sido excluido del índice ya que "es un salario, y no un precio". Cuando un bien sube de precio se elimina de la cesta, ya que "como los pobres no pueden comprarlo, no tiene sentido incluirlo en el índice" (como si la metodología no tuviera mecanismos para ese tipo de ajustes.... ).


En resumen: The Economist publicará los datos no-oficiales que elabora PriceStats, que al estar ubicada en USA no es susceptible de verse afectada por el matonismo totalitario de la Sra. Kirchner.


Una pena. ¿Quo vadis, Argentina?

jueves, 1 de marzo de 2012

El coste del despido

No es fácil encontrar comparativas buenas internacionales sobre el coste del despido en distintos países. En Julio de 2009, en el Boletín Económico del Banco de España se publicó un artículo con el título El funcionamiento del mercado de trabajo y el aumento del paro en España que resulta interesante en su lectura. Uno de los cuadros presenta una comparativa del coste del despido en distintos países de nuestro entorno (antes de la última reforma laboral). En el caso de España se trata del coste del despido procedente, apenas un 30% del total ya que el 70% son improcedentes con indemnizaciones muy superiores (aprox. 120 semanas de salario). 

Estos son los datos.

País Semanas indemnización
Dinamarca 0
Nueva Zelanda 0
EEUU 0
Austria 2
Australia 4
Japón 4
Italia 11
Islandia 13
Noruega 13
Polonia 13
Suiza 13
Eslovaquia 13
Bélgica 16
Holanda 17
República Checa 22
Reino Unido 22
Grecia 24
Irlanda 24
Finlandia 26
Suecia 26
Canadá 28
Francia 32
Hungría 35
España (procedentes 30%)56
España (improcedentes 70%)128
Alemania 69
Corea 91
Portugal 95
Turquía 95