miércoles, 1 de febrero de 2012

Steven Pinker sobre la autodeterminación

Todavía no he terminado el libro "The Better Angels of our Nature" de Steven Pinker sobre la violencia y en especial sobre la naturaleza de la misma y las causas que han contribuido a que estemos viviendo la época menos violenta de la historia se mire por donde se mire.

Las primeras 500 páginas del libro tratan de demostrar precisamente eso, que la violencia ha descendido de forma dramática a lo largo de la historia. No es que el mundo actual no sea violento (que lo es), pero si la violencia ha descendido no está de más analizar las causas intimas que nos han llevado a esta situación para tratar de profundizar en ellas y conseguir un futuro todavía más pacífico.

Me llamó la atención el párrafo que traduzco a continuación sobre el concepto de "autodeterminación de los pueblos" acuñado en 1916 por Woodrow Wilson.


"...
Lansing estaba equivocado en una cosa: el coste [de la autodeterminación] no fue de miles de vidas sino de decenas de millones. Uno de los peligros de la 'autodeterminación' es que no existe en realidad algo a lo que se pueda llamar 'nación' en el sentido de un grupo etnocultural que coincida con un territorio. A diferencia de los elementos del paisaje como los árboles y las montañas, la gente tiene pies. Se mueven a sitios donde tienen mejores oportunidades y pronto invitan a sus amigos y parientes a unirse a ellos. Esta mezcla demográfica convierte al paisaje en un fractal, donde hay minorías dentro de minorías dentro de minorías. Un gobierno con soberanía sobre un territorio que pretenda agrupar a una 'nación' de hecho fracasará al agrupar los intereses de muchos de los individuos que viven en ese territorio, a la par que mostrará intereses propios en individuos que viven en otros territorios. Si la utopía es un mundo donde las fronteras políticas coinciden con las fronteras étnicas los líderes se verán tentados a acelerar el proceso con campañas de limpieza étnica e irredentismo. Así mismo, en el caso de ausencia de una democracia libre y aceptación robusta de los derechos humanos, la sinécdoque en la que la gente se equipara a su gobernante convertiría cualquier confederación internacional (como la Asamblea General de las Naciones Unidas) en una farsa. Dictadores de pacotilla serían bienvenidos a la familia de naciones y tendrían carta blanca para hacer pasar hambre, encarcelar y asesinar a sus ciudadanos".

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