lunes, 21 de noviembre de 2011

Conocimiento y estafas

Tenemos toda la información al alcance de los dedos (o eso pensamos). Podemos en todo momento documentarnos sobre cualquier tema, desde la desaparición del atún rojo en el Mediterráneo hasta los resultados de las últimas elecciones legislativas en Hungría. Tenemos la información pero carecemos del conocimiento.

Esta idea no es nueva en absoluto, pero acabo volviendo a ella una y otra vez. El conocimiento cuesta adquirirlo. El conocimiento requiere tiempo y esfuerzo. Ver un documental sobre las ballenas en National Geographic no nos convierte en expertos en el tema. Saber algo sobre ballenas probablemente requiera años de estudio, y no sólo sobre ballenas sino sobre la química del medio marino, sobre biología, anatomía, fisiología... ¡qué se yo! No sé ni siquiera qué tendría que saber para poder ser considerado un experto en ballenas: me falta hasta el léxico.

Normalmente cuando uno arranca con una nueva disciplina necesita familiarizarse con el léxico y con definiciones y conceptos fundamentales, en definitiva, con el campo semántico. Y eso requiere tiempo y estudio. Por eso algunos nos enfadamos, y creo que con razón, cuando la gente habla utilizando los términos de forma incorrecta y de oidas. Entiendo que el físico se enfade cuando oye hablar de "energías positivas y negativas" a un sanador charlatán. Lo mismo nos ocurre a los economistas cuando leemos o escuchamos a gente que pretende hablar de economía sin haberse molestado en estudiarla nunca y rechazando todo conocimiento académico porque "son problemas que deben ser abordados desde la política". Cuando alguien opina sobre las rentas del capital y no es capaz de definir el capital hace lo mismo que el chamán cuando habla de la energía negativa y no sabe definir la energía. A partir de ese punto es fácil concluir que la charla del chamán será pura palabrería.

No. No niego el papel de la politica en cuanto a la orientación que puede darse a la solución de algunos problemas. A lo que me niego es a que la política ocupe el lugar de la academia porque no queremos perder el tiempo estudiando... "¿para qué, si ya lo sabemos todo?".  Cuando algo es obvio para quien no ha estudiado un problema y a los expertos les parece que ni es obvio ni es verdad a lo mejor deberíamos ser un poco más humildes. Mientras tanto habrá gente publicando panfletos de los que no dan notas ni referencia para no "aumentar innecesariamente el número de páginas", "expertos" que descalifiquen los datos por "no ser creíbles" y gente que habla de "financiarización" de la economía sin saber lo más elemental de cómo funciona el sistema financiero. Y ellos hablan de estafa... cuando la estafa SON ELLOS.

P.S.- Todo esto viene a cuento a raíz de que alguien a quien en realidad aprecio y considero una persona inteligente me recomendara leer estas dos cosas. En fin, son todavía muchísimo peores que el bodrio de Vicenç Navarro.

martes, 1 de noviembre de 2011

Historia de dos talleres

Esta es la historia de dos talleres. Se sitúan cada uno a cada lado de una calle. Los dos fabrican el mismo producto que venden al mismo precio a un comerciante del pueblo vecino.

El propietario del primer taller, el taller A, adquirió una máquina valorada en 180.000 euros, al 3% de interés. Es una máquina moderna y es capaz de producir 45 piezas a la hora, que se venderán a 1 euro en el mercado.

En el segundo taller, el taller E, su propietario adquirió una máquina más barata pero de una tecnología un poco más obsoleta. Esta máquina costó 150.000 euros pero sólo es capaz de producir 35 piezas a la hora, razón por la que trabajará más horas al año y la amortizaremos en menos tiempo: en 19 años. Como el banco no se fía mucho del propietario del taller E, le prestó dinero para comprar la máquina pero a un interés superior al del taller A: al 5%.

En ambos talleres trabaja un único empleado. El empleado del taller A trabaja de media 30 horas semanales por las que percibe un salario bruto anual del 32.500 euros. Viene a ser el 50% del valor total de la producción obtenida que son cerca de 65.000 piezas al año, que el propietario del taller vende por 65.000 euros. Las cuentas al final de año del taller A vienen a ser las siguientes:
  • Ingresos por ventas:                 65.000 €
  • Pago de salarios:                      -32.500 €
  • Intereses del préstamo:           -5.400 €
  • Amortización de la máquina: -9.000 €
  • Resultado bruto:                       18.100 €
El propietario del taller A dispone de 18.100 € anuales de los cuales tendrá que pagar una parte en impuestos. El resto podrá decidir si consumirlos o ahorrar y mejorar sus instalaciones todavía más.

En el taller E, sin embargo las cuentas no son tan boyantes. El trabajador del taller debe trabajar más horas, 35 semanales y percibe por ello un salario de 27.500 € anuales. A pesar de trabajar muchas más horas al año el taller E sólamente produce 58.000 piezas al año por lo que sus cuentas vienen a ser las siguientes:

  • Ingresos por ventas:                 58.000 €
  • Pago de salarios:                      -27.500 €
  • Intereses del préstamo:           -7.500 €
  • Amortización de la máquina: -7.900 €
  • Resultado bruto:                       15.100 €
Todos viven peor en el taller E. El trabajador mete más horas y están peor pagadas. El valor de lo que produce en una hora es prácticamente un 30% menos (35 frente a 45) de lo que produce el trabajador del taller A. Y no es culpa suya. Está exactamente igual de cualificado.

Enseguida vemos que la diferencia fundamental está en la máquina. La máquina del taller E está siendo utilizada con mucha intensidad y el valor de la producción por euro invertido (58.000 / 150.000 = 0,39) es superior al del taller A (65.000 / 180.000 = 0,35). La máquina del taller E está siendo bien utilizada (mejor incluso que la del taller A) pero es demasiado pequeña. Una máquina mayor permitiría aumentar la producción mejorando simultáneamente beneficios empresariales y las condiciones laborales del trabajador del taller.

Sin embargo, esto no es tarea fácil. Comprar una máquina mayor significa aumentar el stock de capital (el stock de capital es la suma de todos los medios de producción) ahorrando durante años. La incertidumbre respecto al futuro, la imposición sobre el patrimonio o sobre las rentas del capital pueden desincentivar al propietario del taller E a acometer las reformas necesarias para acercarse al modelo productivo del taller A, o en su caso, a ralentizarlas durante mucho tiempo.

Llegados a este punto, diré que el taller A es Alemania. El taller E, es España. Las producciones (65.000 y 58.000) son el PIB por empleado de ambos países. El valor de las máquinas es el stock de capital por empleado. Los años de amortización los he calculado a partir de los datos brutos de depreciación del capital fijo. Los salarios y número de horas anuales y valor de la producción por hora también son datos reales. Todos estos datos se pueden encontrar o calcular aquí navegando un poco. Los tipos de interés son los únicos datos del ejemplo que me he permitido "inventar". 

Tenemos un problema grave en España de acumulación de capital, de tamaño empresarial y en consecuencia de productividad total. Ignorarlo, adoptar medidas que dificulten el crecimiento del stock de capital (la inversión privada, en definitiva) no va a resolver la situación en la que nos encontramos. Aumentar la carga impositiva de las rentas del capital o volver al impuesto de patrimonio puede ser (no lo discuto) más o menos justo o equitativo. También nos aleja de la posibilidad de crecimiento que es la única posibilidad que tenemos de equipararnos con países como Alemania y es preciso ser consciente de ello. Espero que el ejemplo resulte ilustrativo.